El cuerpo humano se encuentra colonizado por una gran variedad de microorganismos, los cuales en conjunto con sus genomas y sus interacciones con el huésped, conforman “el maravilloso conocido y desconocido” microbioma humano.
La composición del microbioma en los seres humanos es única, y a su vez variable, por lo que resulta difícil definir de forma exacta un único microbioma, o microbioma “normal”. Sin embargo, es posible establecer o identificar de forma general, mediante tecnología de secuenciación de ADN, el microbioma saludable que se encuentra más frecuentemente en los individuos, y de la misma manera, sus alteraciones vinculadas con diferentes patologías.
Actualmente se presta una gran atención al papel de la microbiota intestinal en la prevención de las alergias alimentarias, respiratorias y cutáneas. Estudios recientes han puesto en evidencia que las comunidades microbianas comensales son capaces de modificar la inmunidad, influyendo en la salud de la piel. Los mecanismos que relacionan a la microbiota intestinal con la piel, parecen estar enlazados con el efecto de modulación de microorganismos comensales del intestino sobre la inmunidad del organismo.
En consulta a menudo los pacientes solicitan tratamiento por problemas intestinales, los cuales vienen relacionados con diferente sintomatología, algunas de ellas son: eccemas, dermatitis, enrojecimiento frecuente de la cara, etc.
En este artículo voy a describir cómo la microbiota intestinal se relaciona con las enfermedades de la piel y cómo debe ser la alimentación para ayudar a prevenirlas.
LA PIEL ¿QUÉ MICROORGANISMOS LA CONSTITUYEN?
La piel es el órgano más grande del cuerpo humano y funciona como la primera línea de defensa contra agentes externos, por lo que está expuesta a una mayor colonización por diversos microorganismos. Se estima que aproximadamente un millón de bacterias y cientos de especies distintas habitan en cada cm2 de la piel, localizándose desde la superficie cutánea y el folículo piloso hasta la dermis profunda. La respuesta inmune de la piel es vital en heridas e infecciones y también modula la microbiota comensal que coloniza la piel. Los queratinocitos muestrean continuamente la microbiota que coloniza la superficie de la piel a través de diferentes receptores.
Según la definición de 16S ribosomal RNA Metagenomic Sequencing, la mayoría de las bacterias de la piel se dividen en cuatro filos diferentes: Actinobacteria, Firmicutes, Bacteroidetes y Proteobacteria. Estos cuatro filos dominantes también constituyen la microbiota que se encuentra en las superficies mucosas internas (el tracto gastrointestinal y la cavidad oral. Sin embargo, las proporciones difieren enormemente: mientras que los miembros de Actinobacteria son más abundantes en la piel, los miembros de Firmicutes y Bacteroidetes son más abundantes en el tracto gastrointestinal. Una característica común de las comunidades microbianas del intestino y la piel parece ser una baja diversidad a nivel de filo, pero una alta diversidad a nivel de especie.
Las áreas seborreicas del cuerpo tienen predominio del filo Actinobacteria y hongos como Malassezia spp.; las áreas secas, por el filo Proteobacteria; y las áreas húmedas, por los filos Firmicutes, Actinobacterias y Proteobacteria.
¿PIEL, REFLEJO DE NUESTRO INTESTINO?
Relación de la microbiota intestinal con la piel:
La composición de la microbiota gastrointestinal tiene un papel importante tanto en las funciones metabólicas como inmunológicas del huésped. El tracto gastrointestinal humano está habitado por una amplia variedad de microorganismos conocidos colectivamente como microbiota intestinal. Por otro lado, la piel es el órgano más grande del cuerpo humano y funciona como la primera línea de defensa contra agentes externos, por lo que está expuesta a una mayor colonización por diversos microorganismos.
La relación que existen entre ambos órganos se conoce como el "eje intestino-piel" y se ha relacionado con muchos trastornos inflamatorios y autoinmunes de la piel, como el acné, la rosácea, la dermatitis atópica y la psoriasis.
La microbiota intestinal ejerce su influencia sobre la homeostasis de la piel fundamentalmente a través de dos mecanismos: efecto modulador sobre la respuesta inmunitaria sistémica y restauración de la barrera intestinal y permeabilidad intestinal.
Es muy importante mencionar cómo la fermentación de la fibra dietética por parte de la microbiota intestinal, genera la producción de ácidos grasos de cadena corta (AGCC), en especial: ácido propiónico, ácido acético y ácido butírico, quienes cumplen una función antiinflamatoria y reparación.
Cuando existe una alteración de la barrera intestinal, las bacterias intestinales y algunos metabolitos pasan al torrente sanguíneo, y llegan a la piel modificando y alterando su homeostasis.
De acuerdo a ciertos estudios, los AGCC de origen intestinal desempeñan un papel fundamental en el predominio de ciertos perfiles microbianos de la dermis, los cuales intervienen e influyen en los mecanismos de respuesta inmune de la piel.
Una alimentación sana y equilibrada aportará los nutrientes necesarios para tener la microbiota equilibrada y, por ende, una piel saludable, previniendo la aparición de determinadas patologías cutáneas. Es necesario que la dieta sea rica en antioxidantes, probióticos y prebióticos, minerales, aminoácidos, ácidos grasos esenciales. Eliminar ultraprocesados, y realizar una alimentación libre en lácteos de vaca y gluten ayudan a disminuir mecanismos autoinmunes que pueden desencadenar acciones contra el propio cuerpo. No olvidar que el intestino tiene relación estrecha con el cerebro, por lo cual es fundamental la gestión del estrés y las emociones.
Probióticos y prebióticos:
Existen múltiples estudios sobre el efecto benéfico de los prebióticos y probióticos, tanto tópicos como sistémicos, en diferentes enfermedades dermatológicas debido a sus efectos inmunomoduladores.
Los probióticos son todos los microorganismos viables que ofrecen un efecto benéfico al huésped, existen cepas específicas para cada patología o síntoma a tratar.
Los prebióticos son componentes dietéticos no digeribles que estimulan el crecimiento o la actividad de los microorganismos residentes en el tracto gastrointestinal y mejoran las condiciones de salud del huésped. Ejemplos: los fructooligosacáridos (FOS) que lo podemos encontrar en banana, achicoria, alcauciles, espárragos, cebolla, ajo, puerros, inulina, el almidón resistente (patata o arroz cocido y enfriado), y los galactooligosacáridos (GOS) de la leche materna.
Los simbióticos son aquellos que contienen tanto sustancias prebióticas como microorganismos probióticos, por lo que su actividad es superior al uso de sólo probióticos o prebióticos.
CONCLUSIÓN:
Muchos microorganismos han pasado de considerarse enemigos a entenderse como piezas de un gran rompecabezas llamado microbioma que debe mantenerse en armonía. Diferentes estudios han demostrado que las modificaciones en el microbioma cutáneo y gastrointestinal están en estrecha relación y tienen un papel relevante en la fisiopatología de diferentes enfermedades cutáneas.
La permeabilidad o disbiosis intestinal produce una activación de la respuesta inflamatoria, y los metabolitos procedentes de bacterias intestinales al acumularse en la piel, pueden generar alteraciones en la diferenciación epidérmica y la integridad de la barrera cutánea, produciendo trastornos como rosácea, dermatitis atópica, acné o psoriasis. Es fundamental cuidar y vigilar la salud intestinal para poder tener una piel sana y equilibrada.
Recuerda realizar una consulta con profesionales que puedan valorarte de forma integral y funcional.